Sumido en la necedad
errático deambulabas,
por precipicios de oscuridad,
y frustraciones indeseadas.
Un día,Jesús sale a tu encuentro
en un lugar inopinado;
y por la coyuntura de ese preciso momento,
tu vida espiritualmente se ha transformado.
Sientes la necesidad,
de confesar tu pecado.
Ansias curar la deshonrosa opacidad,
para no sentirte sojuzgado.
El arrepentimiento es un hecho:
a los pies de Cristo te postras,
con el corazón humillado y maltrecho;
y del Mundo rindes cuentas.
En el nombre de Jesús, eres bautizado,
sepultando la iniquidad que te atormenta.
Siendo criatura nueva, por ser lavado,
con la preciosa sangre de Cristo, que en el Cordero Inmolado se fundamenta.
En el camino de salvación,
la Gracia te ha protegido;
porque en el Señor hay resurrección,
y a los santos de su Iglesia amada,en la Gloria ha reconocido.
Amén.
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