Si buscas la perfecta armadura:
esta, es en Cristo;
y para llegar a su estatura,
ha de derramar Gracia, del séptimo cielo, el Altísimo.
Espíritu Santo de poder, sin limite en el Señor;
que llenas la inmensidad,
con el agua viva del amor
de torrencial grandiosidad.
Todo se sustenta en la Palabra,
si en el Rey de reyes y Señor de señores crees;
porque la Gloria se derrama,
en el corazón que Tú redimes.
Alcanzar la santidad,
es belleza en el espíritu:
fragante eternidad,
que perfuma los pies de Cristo.
Sentir la mirada de Jesucristo,
es gloriarse en el alma
del Señor que habita el Cielo,
y que eternamente nos ama.
La mano poderosa de Jesucristo,
es fortaleza y potestad;
que nos protege del maligno,
con resplandeciente majestad.
Llegar al pensamiento de Cristo,
es el aposento sublime;
que nos permite andar el camino,
con pie de pisada firme.
El rostro de Cristo,
es fuego en el corazón;
y aunque nunca le hayas visto,
vida plena nos dio con su Resurrección.
Amén. ¡Aleluya!
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