- Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.
- En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes,
- vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al rio Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová.
- Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente,
- y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y ésta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre.
- Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.
- Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido.
- Oh mi Cristo, todo anuncio del santuario eterno era primeramente para los profetas profetas por tu excelsa diestra asignados.
- Y en la eternidad de tus mediciones,
- oh Señor, hablaste al profeta Ezequiel en visión celestial.
- Y hasta el extremo la manifestación se tornó resplandeciente,
- concurriendo en los seres vivientes un humano semblante.
- Desde lo infinitesimal hasta el ignoto lugar universal, oh Omnipotente, Tú todo lo divisas.
- Y es que, oh Eterno, son tus sagradas huellas, las que en espíritu y en verdad nuestra alma santa han definido.
- Paz de Cristo
jueves, 19 de junio de 2025
EZEQUIEL 1:1-7 EN CRISTO
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