- Oh mi Cristo, no cabe más anhelo,
- que al que profesa el don de la Cristocéntrica fe lo hayas revestido en tu santo nombre.
- Y es que, oh Sumo Redentor, es tu bendito desvelo,
- el que nos ha asido al celestial regocijo eternamente.
- Oh Rey de reyes,
- es tu instrucción bíblica la que nos da gracia con su santísima verdad.
- Y con tu gozo nos bendices,
- oh Eterno, para que nuestra inexpugnable fortaleza sea de preciada e ignota santidad.
- Oh Santo de Israel,
- tu Sagrada Palabra nos hace interiorizar la sobrenatural gloria.
- Y al ser Tú el autor y consumador de la fe,
- oh Altísimo, confías a tus probos heraldos, exhortar hasta lo último de la tierra el grandioso testimonio de tu excelsa memoria.
- Oh gran Yo Soy,
- el misterio mas insondable,
- acontece a día de hoy,
- al asumir la doctrina de Unicidad que se vivifica en el Santo Espíritu más loable.
- Oh Hijo del Hombre,
- Tú eres el único Dios manifestado en carne.
- Y sólo en tu glorioso nombre,
- se salvará el alma que de su gracia eterna fervientemente se revistiere.
- Paz de Cristo
domingo, 5 de octubre de 2025
REVESTIDOS EN CRISTO (CONVENCIÓN 2025)
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