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miércoles, 23 de julio de 2025

1 CORINTIOS 2 EN CRISTO

  • Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabra o de sabiduría. 
  • Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.
  • Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor;
  • y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder;
  • para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 
  • Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo ni de los príncipes de este siglo, que perecen. 
  • Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,
  • la que ninguno de los principes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. 
  • Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. 
  • Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 
  • Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 
  • Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,
  • lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 
  • Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 
  • En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 
  • Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. 
  • Oh mi Cristo, testificar en tu santo nombre, implica un reto imposible de cumplir, teniendo en cuenta tamaña osadía. 
  • Pero Dios asigna esta grandiosa misión al discípulo bienaventurado.
  • En cualquier caso, nada se sustenta fuera del Cristocéntrico amor;
  • porque el trasfondo majestuoso, le concierne únicamente al que en el Altísimo Señor Jesucristo puede creer;
  • y es que, el mayor grado de fe, es consubstancial a los genuinamente santificados.
  • La sabiduría de lo alto, le será sobrevenida al que ha interiorizado una espiritual sed; porque la senda de gloria, es para los que inexorablemente vencen.
  • Y esta perseverancia es imperecedera, para el probo heraldo que exhorta hasta lo último de la tierra, oh Sumo Redentor, en tu bendita memoria;
  • pero el que no recibió gracia, esta sumido en la precariedad doctrinal más notoria.
  • Y de Sion es el viento áureo, que reviste de  celestial sabiduría a las piadosas almas que sus oraciones incensan.
  • La revelaciones del cielo, se la asignó el gran Yo Soy a los profetas, que por la providencia eran bienaventurados. 
  • El culmen de la sabiduría, oh Señor, son tus eternos propósitos.
  • Tu genuino siervo, por el Espíritu Santo esta de toda verdad concernido,
  • por ser al precepto bíblico sumamente leal.
  • Los profanos son erráticos por la distracción de su espíritu; porque hacen desdén del Espíritu, secularmente. 
  • En la comprensión del Espíritu, jamás intervendrá lo racional; porque para Dios fuera de la fe, todo es un desaire.
  • Para agradar al Eterno, has de ser hacedor del principio Cristocéntrico.
  •            Paz de Cristo 

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