En el desierto de tu vida
hay llamaradas del infierno,
restaña la inmensa herida
con la preciosa sangre de Jesús, que es pureza de lo Eterno.
Si te asomas a la necedad,
pierdes la convicción
de la firme fidelidad,
que en Cristo es poder de bendición.
La gloriosa unción del Señor
es piedra del angulo santo:
construcción de amor,
que es poder sublime de lo alto.
Servimos a la inocencia
de nuestro Cristo Glorioso,
solemne sea tu reverencia
en el camino piadoso.
Grita a los cuatro vientos,
que Nuestro Señor Jesús
da agua a los sedientos;
porque su fuente es la eterna plenitud.
Amén.
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