Soñar en la Gloria Eterna
nos hace entonar un canto,
con estrépito de trompeta,
y la victoria triunfante de Nuestro Cristo Santo.
Hablar con el Señor
desde la profundidad del corazón,
es rebosar de amor
en una perfecta adoración.
Perdonar a nuestro hermano
es una victoria en Jesucristo.
Humíllate para ser salvo
con el poder del Espíritu Santo.
Adorar al Rey de reyes es privilegio de la fe,
póstrate ante sus pies
con la contrición del que ve:
arrepiéntete y da las gracias, porque Dios es.
Llegar a Dios es santidad,
siente su unción
con fidelidad
en el poder de la oración.
Amén.
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