Oh Cristo, el tabernaculo lo cubrió la nube de gloria,
para buscar tu rostro.
Incandescente resplandeció la espada de tu presencia;
y su doble filo, dio pureza a lo más sórdido.
La magnificencia de tu Palabra,
es el sagrado óleo del corazón.
Oh Cristo Jesús, al que en tu Nombre, ama,
le has provisto de la santa unción.
Buscad con persistencia,
la majestuosidad de su faz.
Y,oh Señor Jesucristo, en tu gloriosa aquiescencia,
veremos la admirable luz, que es el candor de la verdad.
Nuestro íntimo encuentro con el Rey de reyes,
ha de ser en adoración de máxima solemnidad.
En el Espíritu, se elevarán nuestras oraciones,
y serán guardadas en la inefable eternidad.
Oh Redentor Omnipotente, la revelación del nuevo pacto de la gracia,
fue consagrado en el derramamiento de tu preciosa sangre.
El alma que ha creído, oh Cordero inmolado, en tu muerte y resurrección será salva;
y cuando feneciere, vivirá en tu gloria eternamente.
Paz de Cristo
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