Por gracia, oh Cristo,
a tus siervos nos has dado salvación.
No contristes al Santo Espíritu,
que guarda el candor de tu corazón.
Daré mi vida por ti, oh Cristo Jesús,
para ser tu digno seguidor.
La visión de tu admirable luz,
me ha hecho en espíritu y en verdad, postrarme a tus pies con la consagración de un adorador.
Negarse asimismo, oh Señor Jesucristo,
es condición indispensable para seguirte.
En lo más profundo del ser íntimo,
te he de prodigar sin variación una entrega ferviente.
Tomaré mi cruz, oh Omnipotente Redentor,
y seguiré tus santos pasos.
La obediencia a tu Palabra, será de absoluto rigor,
desoyendo a los predicadores fatuos.
Jesús, dijo: Tú sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos.
Solo los que en ti creen gustarán la salvación, oh Señor.
Separarás las ovejas de los cabritos;
y las almas salvas, tendrán la corona de vida del eterno amor.
Paz de Cristo
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