Oh Cristo, Tú eres la eterna simiente,
que das el fruto de la salvación.
Oh Señor, tu creación exuberante,
derramó del cielo el maná de prodigiosa provisión.
Oh Cristo Jesús, el desierto del alma,
lo convertiste en un poético vergel.
Por el poder de la Palabra,
pudimos creer en el Santo de Israel.
Oh Señor Jesucristo, poesía de eternidad,
predica en tu Nombre el Evangelio.
Siembra semilla de la verdad,
y su sagrada cosecha en el alfolí, oh Sumo Creador, proclamará que es la gracia de tu eterno misterio.
Ponle nombre al grano que has de sembrar,
para que crezca en santidad.
Oh Señor Jesús, con tu presencia, la luz celestial siempre le ha de iluminar;
y alcanzará irreprensible la gloriosa paz.
Oh Santo Espíritu, Tú conceviste la simiente del Hijo del Hombre,
en la bienaventurada virgen María.
Su nacimiento en Belén, fue en un pesebre;
para ser del mundo el mayor siervo, siendo el Rey de la gloria.
Paz de Cristo
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