- La mujer insensata es alborotadora; es simple e ignorante.
- Se sienta en una silla a la puerta de su casa, en los lugares altos de la ciudad,
- para llamar a los que pasan por el camino, que van por sus caminos derechos.
- Oh mi Cristo, es indolente hasta el extremo, esa actitud de la mujer arrogante.
- Y no cabe en ella más iniquidad,
- cuando su pretensión es pervertir, al que discurre por la senda de los siervos perfectos.
- Paz de Cristo
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