Alma perfecta
en la solemnidad de Cristo,
yendo por la vereda estrecha,
con la sabiduría del Santo Espíritu.
Afronta la adversidad,
con el sentimiento
de longanimidad,
que es la prueba en Jesucristo.
La queja
es una ofensa a Dios,
y no refleja
la gran misericordia recibida,por los que fuimos conversos.
El privilegio mayor
es haber sido bienaventurados,
por el poder del Señor,
y llegar a su gloria,en cuerpo y alma transfigurados.
Amén.
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