Mirada interior.
Desmesurada aflicción,
esencia de amor
es tu crucifixión.
Despiadada tortura,
en sumarísimo juicio:
tu inocencia, la más pura,
padeció el mayor suplicio.
Nadie en su defensa.
Desolación y agonía,
con latigazos de afrenta,
y coronado de espinas.
Tus gotas de sangre bendita
son rosas de santidad,
que la eternidad no marchita;
porque su tallo, espinas y alma: siempre serán la verdad.
La Cruz fue resurrección,
y la gloria su destino.
Al Padre Eterno, invocamos el perdón,
que es nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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