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domingo, 18 de agosto de 2024

TU SANTIDAD ES NIMIA EN RELACIÓN CON EL TODOPODEROSO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO

  • La Biblia enseña: Someteos unos a otros en el temor de Dios.
  • Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 
  • porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 
  • Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 
  • Maridos, Amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
  • para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
  • a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
  • Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
  • Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,
  • porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
  • Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
  • Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. 
  • Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su  marido.
  • Oh mi Cristo, Tú eres el que has decidido quienes son de tu amada iglesia los genuinos siervos consagrados. 
  • El texto bíblico, mandata una ambivalencia de sujeción a su marido, dando lugar a que sea consubstancial con el Todopoderoso Redentor;
  • y constata el escrito que sea inherente al Señor.
  • La Biblia muestra el binomio extremo siendo la iglesia- Cristo buscando la connivencia esposa-marido, sin dejar cabo suelto, que no sea por el Omnipotente asignado.
  • Se hace un recordatorio preciso del amor del hombre casado con respecto a su cónyuge, determinado por  el Rey de la gloria;
  • santificando celosamente a su amada Iglesia,
  • y dar todo el esplendor a la que es la niña de sus ojos, para que la gloria sea su eterna morada.
  • Preceptivo es para el hombre casado, amar a sus esposa con reciprocidad santa. 
  • Y en que la ame con fervor se fundamenta,
  • al ser carnal y espiritualmente indivisibles sus privilegiados cuerpos. 
  • Y nada será obstáculo, para que la pareja conyugal, sin  límites se ame. 
  • Este es el más grandioso amor, de lo que es la pareja eterna. 
  • Y se advierte ciertamente, con un amor conyugal sin ningún epílogo. 
  •          Paz de Cristo 

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