- La Biblia enseña: Someteos unos a otros en el temor de Dios.
- Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;
- porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
- Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
- Maridos, Amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
- para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
- a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
- Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
- Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,
- porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
- Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
- Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
- Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.
- Oh mi Cristo, Tú eres el que has decidido quienes son de tu amada iglesia los genuinos siervos consagrados.
- El texto bíblico, mandata una ambivalencia de sujeción a su marido, dando lugar a que sea consubstancial con el Todopoderoso Redentor;
- y constata el escrito que sea inherente al Señor.
- La Biblia muestra el binomio extremo siendo la iglesia- Cristo buscando la connivencia esposa-marido, sin dejar cabo suelto, que no sea por el Omnipotente asignado.
- Se hace un recordatorio preciso del amor del hombre casado con respecto a su cónyuge, determinado por el Rey de la gloria;
- santificando celosamente a su amada Iglesia,
- y dar todo el esplendor a la que es la niña de sus ojos, para que la gloria sea su eterna morada.
- Preceptivo es para el hombre casado, amar a sus esposa con reciprocidad santa.
- Y en que la ame con fervor se fundamenta,
- al ser carnal y espiritualmente indivisibles sus privilegiados cuerpos.
- Y nada será obstáculo, para que la pareja conyugal, sin límites se ame.
- Este es el más grandioso amor, de lo que es la pareja eterna.
- Y se advierte ciertamente, con un amor conyugal sin ningún epílogo.
- Paz de Cristo
domingo, 18 de agosto de 2024
TU SANTIDAD ES NIMIA EN RELACIÓN CON EL TODOPODEROSO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO
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