En la encrucijada del pecado,
mi alma maltrecha
vagaba por el Mundo,
sin norte y sin fecha.
Como oveja descarriada,
del rebaño
perdida,
intentaba restaurarse,invitando al diablo en su engaño.
La señal del Pastor,
no se hizo esperar:
le llamo con amor,
y encontró a Cristo en su caminar.
Hubo fiesta en el Cielo:
la conversión es milagro,
y el Glorioso Nombre de Jesucristo,
por la Palabra, limpio en el Bautismo su pecado.
Espiritual fortaleza
es la Unción:
victoria con firmeza,
que el Señor obra en el corazón.
Amén.
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