Inverosímil disfraz
asaltando nuestro paso,
es el demonio sagaz,
que nos invita al fracaso.
En Cristo, el pecado es muerte.
Vigila de no ser tentado,
por una mascara insolente
mostrando su inocente lado.
De vacías intenciones
nos llenan sus poderosas garras:
necias maldiciones,
en las que encarcelado te hallas.
En cautiverio,por el pecado asediado,
el Señor se mostró implacable,
liberándonos de la prisión del diablo,
con su sana doctrina de espíritu inquebrantable.
El llamado de Cristo,
es blindaje contra el mal:
el amor puede siempre al maligno;
porque tu verdad es cabal.
Amén.
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