No hay impedimento
para apartarnos del Señor;
al ser un soplo de su aliento,
alabare eternamente al Creador.
Por precipicios andaré,
y si al abismo cayera,
en el Señor reargüiré,
para qué su poder me libertara.
El espíritu de Dios
permanece en la vida. Y en la muerte,
por Él fuimos restaurados;
así que no hay nada a que temerle.
Señor, tú eres principio y fin,
seguiremos tus huellas hasta el infinito;
porque no hay Gloria sin ti,
Omnipotente Jesucristo.
Amén.
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