Perversa iniquidad del alma.
Dios no existe sin amor.
El daño causado, tu corazón abrasa.
Cristo, permite que vea tu luz el pecador.
Postrado y arrepentido, ante la Cruz Redimidora,
suplica clemencia a tu sangre derramada:
preciosa, porque del pecado es liberadora;
y nunca la plegaria, por Él fue despreciada.
Jesús, tu gran misericordia concede el perdón.
El estigma del pecado no se borra;
en heridas incisas, las cicatrices son surcos de bendición,
que el Rey de Reyes guarda eternamente en su memoria.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario