Palpas con tus palabras,
exaltando como real,
de Nuestro Señor,las llagas,
en tú predicación espiritual.
De Dios es el poder.
Escudriñas en su Palabra Santa,
predicando con el saber,
que a la Iglesia siempre arrebata.
Presente está la santificación,
cuando exhortas desde el altar:
a iniciar una oración,
en la que a Cristo adorar.
La Gloria es tú propósito,
en la prédica has de perseverar.
Instrumento eres de Jesucristo;
porque con tus enseñanzas, a Él podemos amar.
Amén.
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