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miércoles, 10 de octubre de 2018

ANTE EL ACUSADOR, NOS JUSTIFICÓ CRISTO

Oh Cristo, sometidos por el inicuo pensamiento, 
todos estábamos abocados a la muerte.
Las actas de nuestro delitos, no tenían rebatimiento;
pero, oh Cordero inmolado, las clavaste en la cruz de tu sacrificio, y en el Nombre de Jesús las justificaste.

Arrostramos un pecado impenitente, oh Cristo Jesús, 
desde el huerto del Edén. 
De las tinieblas, oh Señor, a tu admirable luz;
de gracia nos rescató la preciosa sangre derramada en tu crucifixión, que purificó el alma de su maléfico desdén.

Oh Señor Jesucristo, cerraste nuestras sépticas heridas, 
con tu óleo santo.
Por el fuego del Espíritu, fueron santificadas;
y su sagrada sanación se derramó de lo alto. 

Oh Señor Omnipotente, al que cree todo le es posible en el celestial reino,
que se nos ha acercado. 
El don de la fe, guarda en el prodigioso santuario, 
el santo e inescrutable designio del bienaventurado. 

Oh Todopoderoso Hacedor, avivada por el Espíritu Santo, 
te espera tu Iglesia amada, en oración. 
Clama quebrantada el arrebatamiento, 
para habitar en la eterna morada de su salvación.
                              Paz de Cristo 

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