Jesús, dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
El gran Yo Soy, da preeminencia a la luz, que es vida eterna; ante el obscuro pecado, que es muerte espiritual.
Oh Cristo, iterpusiste una gran sima,
entre la salvación y la condenacion, en la consumación del juicio final.
Oh Cristo Jesús, inmune se siente el ser humano,
entenebrecido en la maldad.
Le envuelve la tibieza de lo ambiguo;
llevándole a no distinguir, el resplandor de tu admirable luz, de su lóbrega obscuridad.
Oh Cristo Jesús, la instrucción de tu Palabra,
nos enseña meridianamente a regocijarnos con el bien.
Y a evangelizar con firmeza, no exenta de compasión, al que hace iniquidad.
Oh Señor, raíz es la mentira del concupiscente desdén.
El amor y la paz habrás de edificar en la Roca de la verdad.
Oh Fiel y Verdadero, ¿En quien podré confiar, si nadie obra con transparencia de corazón?
Has de mirar al Cordero inmolado, que fue fiel hasta la muerte por los pecadores, para abrir la gloria eterna.
Solo de su santa unción,
fluirán los río de agua viva, que correran en lo profundo del alma, que en Él creyera.
Para vergüenza y confusión por la eternidad,
irán las almas del oprobio condenadas.
Oh Sumo Hacedor, nada ni nadie me separará de la Sagrada Escritura, que es tu santísima autoridad,
para morar con las almas glorificadas.
Paz de Cristo
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