Oh Cristo, el espíritu a la verdad está dispuesto,
pero la carne es débil.
Templo eres del Espíritu Santo;
y su impacto,
se ha transformado en sobrenatural vida fértil.
Oh Cordero inmolado, desde la cruz miras al pecador,
y designaste sobre él la redención.
Ese momento me hizo bienaventurado,
y ensanchaste con tu gracia mi corazón.
Oh Cristo Jesús, el poder del Espíritu,
es la dádiva perfecta del santuario eterno.
En tu predicación, oh mi Cristo,
solo se derramó unción del cielo.
Oh Rey de reyes, el ilimitado resplandor de la gloria, permanece en tu Palabra.
Y habremos de perseverar en la victoria,
hasta la final trompeta, que retumbará estrepitosa.
Oh Señor de señores, tu milagro es incesante,
y los hiciste visibles desde el misterio sagrado.
El exhorto del Evangelio, es fuego de poder solemne,
que desposeyó de la impiedad al pecador, para purificarle del ultrajante pecado.
Paz de Cristo
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