Oh Cristo, el yugo ofrece resistencia,
hasta ser llenos de tu unción.
Sagrada es la esencia,
que vierte en el corazón.
Los que estamos cargados, oh Cristo Jesús,
clamamos a ti con abrasadora sed.
No hay obscuridad que resista tu admirable luz;
porque del cielo es el poder.
Oh Rey de la gloria, tu óleo santo
nos consagró.
Derramado fue por el firmamento,
y del fuego de tu presencia nos provisionó.
Oh Señor Omnipotente, tus pensamientos eternos,
transformaron nuestras vidas.
Tu Palabra bajó de los cielos,
y con la salvación, nuestras almas fuero bendecidas.
Oh Cordero inmolado, los cobardes,
no han recibido la gracia de tu sangre preciosa.
Solo a los valientes,
les tienes reservada tu gloria.
Oh Rey de reyes, la llenura del Santo Espiritu,
ha de ser nuestro fin.
Tú eres, oh mi Señor Jesucristo ,
el agua viva que desciende del firmamento; y como el desbordado fulgor de un venero brota en mí la santidad, que en un de
repente del Señor, me hace volver en sí.
Paz de Cristo
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