Oh Cristo, tu gloria vio mi ser,
y bendiciones derramo mi alma.
Antes de que pueda perecer,
he de circuncidar mi corazón, para que con gran regocijo te bendiga, oh Jehova, por la inmensa misericordia y todos los favores de tu Palabra.
Oh Cristo Jesús, me sacaste del Seol,
y por tu llaga se sanaron mis heridas.
Me elevaste con tus alas, para darme la corona consagrada por el eterno poder de tu amor; porque para siempre son tus misericordias.
Oh Rey de la gloria, porque sabes que somos polvo,
con tus hijos tuviste clemencia.
Somos como el sazonado fruto, que brilló un segundo,
por ser muy efímera su existencia.
Oh Fiel y Verdadero, en ti confiamos,
desde la eternidad y hasta la eternidad.
Tu piedad borró todos nuestros pecados.
Y de gracia, oh Señor, nos has dado el resplandor de la santidad.
Por los siglos de los siglos,
bendice alma mía a Jehova.
Y reconoce todos sus beneficios,
para que sea derramada su misericordia, que es la santísima dádiva eterna.
Paz de Cristo
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