Oh Cristo, en tu Evangelio de eternidad,
no hay acepción de personas.
Solo la sana doctrina sostiene la verdad,
para convertir a las almas sórdidas.
Evangelizad en todo lugar;
y hacedlo a tiempo y fuera de tiempo.
En el Nombre de Jesús, habréis de amar,
a los que sumidos en las tinieblas, no han percibido la luz del cielo eterno.
Con denuedo predicaréis la Palabra,
que nunca vuelve vacía; porque siempre tiene un propósito.
El gran misterio de tu red santa,
oh Señor, es que el pálpito del corazón apresado, con desmesura se vuelve bendito.
Multiplicad la oración,
y seréis ungidos por el Altísimo.
El siervo de Cristo, ha de resplandecer en su predicación,
para que el crecimiento de su semilla, se sustente en el lugar santísimo.
Sed vasos de barro usados por el Señor;
porque su poder se perfecciona en la debilidad.
Que de lo profundo del alma emane un inconmovible amor.
Y en Cristo, hasta lo último de la tierra podréis evangelizar con su gozo, que es la fortaleza de vuestra paz.
Paz de Cristo
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