Oh Cristo, el desconocimiento de tu sagrada heredad,
ha perturbado nuestra errática alma.
La senda ancha, no inquiere la eternidad;
solo en la angosta vereda, se dará instrucción de la Palabra.
Oh Cristo Jesús, el entenebrecido ser mundano,
se ha visto privado de la luz del firmamento.
Y en el abismal obscurantismo infrahumano,
fue desposeído del Sagrado Testamento.
Oh Señor Jesucristo, nada obstaculizará la predicación del Sagrado Escrito,
hasta lo último de la tierra.
Y ni jota, ni tilde omitirán su cumplimiento,
en la heredad de vida eterna.
Oh Fiel y Verdadero, al pensamieto eterno,
le dio áurea forma el santuario de la gloria.
Y lo preservará en el tiempo sin tiempo,
oh Señor, tu sublime omnipresencia.
Oh Rey de reyes, tu omnipotente semilla,
la ha sustentado el fuego del Espíritu.
Y santa será la siega,
que con su excelsa diestra, hará nuestro Señor Jesucristo.
Paz de Cristo
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