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sábado, 12 de abril de 2025

CUANDO RENUNCIAS Y TE ARREPIENTES DE TUS PECADOS DAS LUGAR AL MAJESTUOSO PERDON DEL TODOPODEROSO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO

  • La Biblia enseña: El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, 
  • ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.
  • Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;
  • para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.
  • Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos: como alguno de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. 
  • Siendo, pues, linaje de Dio, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres.
  • Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;
  • por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. 
  • Oh mi Cristo, Tú nos has dado revelación en las Escrituras Sagradas, 
  • e imarcesibles son en las cuales las virtudes gloriosas.
  • Y nuestro espíritu, alma  y cuerpo, oh Señor, han sido de facto por tu inescrutable designación;
  • porque en la búsqueda de su bendito rostro, nuestra propia perfección profesaremos. 
  • Nada nos es viable, oh Cristo Jesús, sin tu excelsa gracia, para morar contigo en los incomparables cielos. 
  • Diametralmente opuesta es la idolatría, oh Santo, a tu omnisciencia, omnipotencia y omnipresencia, que son a la sazón de donde emanan tus sublimes bendiciónes. 
  • Pero Él, Jesucristo, jamás nos indujo en su Sagrada Palabra, a suplir su gloriosa presencia, por ignominiosas estatuas que son las antítesis del Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo, y que de su inconmensurable adoración nos apartan;
  • y que por ser su magistral creación, le hemos de dar toda la gloria, para ser arrebatados con Él a los celestiales aposentos eternos.
  •            Paz de Cristo 

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