Oh Cristo, los Cielos se entenebrecieron al unísono,
y vaciaron todos sus odres.
El corazón del hombre se mostró vano,
haciendo desdén de tus majestuosos poderes.
Oh Señor Jesucristo, tu anuncio de Salvación,
no fue escuchado por el impío.
En su arrogante autodestrucción,
pusiste fin a su alienante albedrío.
Oh Cristo Jesús, desoyó la Humanidad,
tu Justicia perfecta.
Y a su infatua mortandad,
se dispuso la obscuridad del alma insurrecta.
Tu eres la puerta, oh Señor,
que das Vida de Eternidad.
El que no participó de tu amor,
eludió con insensatez la única Verdad.
Oh Señor de señores, preservaste en un exiguo Genesis,
la vida racional e irracional.
Oh Salvador Todopoderoso, al ser pecador le confinaste en el Seol de tu Soberana tesis.
Y al que tuvo temor de Dios, le guardaste en la Eterna morada del Reino Celestial.
Paz de Cristo
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