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martes, 12 de marzo de 2024

HA LUGAR TU SÉPTICA VANIDAD EN GLORIOSA HUMILDAD EN EL TODOPODEROSO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO

  • En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 
  • Sí, Padre, porque así te agradó.
  • Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
  • Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
  • Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 
  • porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. 
  • Oh mi Cristo, somos tus genuinos hijos,
  • porque tu gracia nos redimió. 
  • Y sabemos que como Tú, oh Señor, nadie nos puede amar. 
  • Y es que, en tu majestuoso nombre nos podemos gloriar,
  •  porque nos amas;
  • y a la sazón, morar contigo en la gloria eterna. 

  • Oh Rey de reyes y Señor de señores, 
  • desde tu celestial santuario, 
  • has derramado sobre toda la humanidad, los más distinguidos e innumerables favores:
  • a saber, nuestra prodigiosa vida; y habernos libertado de la esclavitud del pecado y de la muerte, en tu bendita inmolación de la cruz del Calvario. 

  • Oh Santo, 
  • ¿quién ha interiorizado tu única y perfecta verdad?
  • Será, que nuestros erráticos pasos, oh Señor, han de discurrir por tu camino sagrado,
  • para raer del alma humana la perniciosa vanidad. 

  • Oh Eterno, 
  • si de gracia Tú exaltas al que profesa la humildad. 
  • Cómo no alabamos hasta el extremo tan grandioso misterio,
  • para rendirnos a tus gloriosos pies, oh Cristo Jesús, en ferviente e inusitada santidad. 
  •          Paz de Cristo 

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