- En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
- Sí, Padre, porque así te agradó.
- Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
- Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
- Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
- porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.
- Oh mi Cristo, somos tus genuinos hijos,
- porque tu gracia nos redimió.
- Y sabemos que como Tú, oh Señor, nadie nos puede amar.
- Y es que, en tu majestuoso nombre nos podemos gloriar,
- porque nos amas;
- y a la sazón, morar contigo en la gloria eterna.
- Oh Rey de reyes y Señor de señores,
- desde tu celestial santuario,
- has derramado sobre toda la humanidad, los más distinguidos e innumerables favores:
- a saber, nuestra prodigiosa vida; y habernos libertado de la esclavitud del pecado y de la muerte, en tu bendita inmolación de la cruz del Calvario.
- Oh Santo,
- ¿quién ha interiorizado tu única y perfecta verdad?
- Será, que nuestros erráticos pasos, oh Señor, han de discurrir por tu camino sagrado,
- para raer del alma humana la perniciosa vanidad.
- Oh Eterno,
- si de gracia Tú exaltas al que profesa la humildad.
- Cómo no alabamos hasta el extremo tan grandioso misterio,
- para rendirnos a tus gloriosos pies, oh Cristo Jesús, en ferviente e inusitada santidad.
- Paz de Cristo
martes, 12 de marzo de 2024
HA LUGAR TU SÉPTICA VANIDAD EN GLORIOSA HUMILDAD EN EL TODOPODEROSO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO
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