LA FE, SUBLIME DON PARA QUE NOS SEA REVELADO TU MAJESTUOSO NOMBRE, OH CRISTO

• La Biblia enseña: Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte se los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.
• Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos.
• Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura.
• Será un día, el cual es conocido por Jehová, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz.
• Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno. 
• Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre. 
• Oh mi Cristo, ningun inicuo, en aquel día, será digno de tu eterna plenitud. 
• Sin embargo, en tu celestial gloria tendrán cabida todos los siervos santificados.
• Porque únicamente el alma pura,
• oh Señor, será objeto de tu excelsa gratitud.
• Y una inconmensurable bendición derramará el cielo, 
• cuando en el gran trono blanco, se siente el único Dios y Todopoderoso Salvador de las benditas almas, el Hijo del Hombre. 
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• Jesús, asevera: Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 
• Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. 
• Oh Rey de reyes, con el don de la fe han de estar sellados tus genuinos siervos, 
• para que se vean cumplidos sus espirituales anhelos.
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• Oh Santo, 
• sólo de la que no tiene arruga ni mancha, tu Iglesia amada,
• harás el glorioso arrebatamiento, 
• porque tu celestial magnificencia la ha hecho bienaventurada.
•           Paz de Cristo