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martes, 10 de diciembre de 2024

NO HAGAS CASO OMISO DE QUE EL PRIMERO QUE TUVO CONMISERACIÓN DE TUS PECADOS Y DIO SU VIDA POR TI, FUE EL TODOPODEROSO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO

  • La Biblia enseña: Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
  • en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia,
  • entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 
  • Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 
  • aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
  • y juntamente con él nos resucitó, y asímismo nos hizo entrar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 
  • para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en  Cristo Jesús.
  • Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
  • no por obras, para que nadie se gloríe. 
  • Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
  • Oh mi Cristo, con tu perfecta y única verdad hemos sido santificados;
  • no, sin antes, haber estado en la calle ancha de la mundana insolencia,
  • que nos privó temporalmente, oh Señor, de tus bendiciones bíblicas. 
  • Y es que, tu santísima verdad, oh Altísimo, nos persuadió, 
  • e inquiriendo en tu Santo Espíritu, fuimos perfeccionados,
  • para asirnos indefectiblemente a tu admirable luz.
  • Y ser edificados por la Sagrada Escritura, en la Cristocéntrica plenitud.
  • No otra cosa, sino por habernos revelado tu glorioso nombre, oh Cristo Jesús, tenemos el gran privilegio de ser tus hijos consagrados.
  • Y de tu santuario eterno, oh Cristo Redentor, proviene la emanación de nuestro deleite,
  • que es la heredad que coronará a tus escogidas almas.
  •              Paz de Cristo 

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