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domingo, 10 de enero de 2021

ISAÍAS 29:13-15 EN CRISTO

  • Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos. 
  • ¡Hay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?
  • Por nuestra decadentes obras hemos sido precedidos;
  • a la espera, oh Señor, de que nuestro corazón de piedra, en uno de carne se transforme.

  • Nuestra enmohecida voluntad,
  • está sometida a un ancestral obscurantismo;
  • y hace desdén de la santísima verdad,
  • que es la Palabra del Dios Altísimo. 

  • Sí, porque no solo hay que ser oidores, 
  • sino fervientes hacedores de la Sagrada Escritura. 
  • Oh Cristo Jesús, perdónanos a todos los ignominiosos traidores, 
  • que pactamos contigo explícitamente, ser en tu nombre, oh Señor, por nuestro arrepentimiento y bautismo, una nueva criatura.
  •  
  • La Biblia dice: Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.
  • Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. 
  • En quien, sino en el Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo, hemos de tener puesta la eterna certeza;
  • porque únicamente en Él, será provista nuestra alma de su majestuosa luz.

  • Escudriñad con la máxima solemnidad las buenas nuevas de salvación eterna. 
  • Oh Cordero inmolado, a tu muerte, sepultura y resurrección, esta asida nuestra esperanza bienaventurada. 
  • Y nunca seremos indiferentes, oh Rey de reyes, a los dos filos más cortantes de toda espada,
  • que es el Espíritu de tu Sagrada Palabra. 
  •                          Paz de Cristo 

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