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miércoles, 4 de diciembre de 2019

FILIPENSES 3:20,21 EN CRISTO

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también  sujetar a sí mismo todas las cosas.
Con expectación y anhelo esperamos el preciso y precioso segundo del arrebatamiento.
Porque en un abrir y cerrar de ojos, las almas se encontrarán con Cristo Jesús en las nubes gloriosas;
y con alas santas su amada Iglesia, volando se elevará hasta la gloria del eterno firmamento.

La Biblia dice: Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
Y también: Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse; sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
En el universo, oh Señor, se hace visible tu magnificencia.
Y en el excelso refugio de tu sublime diestra la ilimitada eternidad cabe.

La magna manifestación de tu radiante milagro, oh Rey de reyes, 
será nuestra grandiosa salvación.
Y en tus misericordias y favores,
se regocijará la transparente pureza del bienaventurado corazón.

Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Y en el angosto camino, 
nuestra vida, oh Señor de señores, te hemos ofrendado,
venciendo con tu Santo Espíritu, en las más abominables trincheras al maligno. 

Pensad en las calles de oro de la nueva Jerusalen,
para perseverar hasta el fin en la Palabra. 
Y serás de los discipulos que sin tiempo al Señor adoren,
para que tu alma sea eternamente salva.
                                Paz de Cristo 

                    

















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