Oh mi Cristo, Tú creaste la inmensidad del universo con la Palabra;
e hiciste del barro un alma viviente con tu aliento de vida.
Y por ser un vaso nuevo que el Sumo Alfarero ama,
me ha hecho de una estatura perfecta, para que mi senda de salvación sea su diestra sagrada.
En la contemplación del espacio y su inconmensurable distancia,
es manifiesto nuestro Soberano Señor.
Y con el epicentro Cristocéntrico, hasta lo ilimitado se guarda en la inmutable substancia,
que es su inmarcesible amor.
Como en un de repente,
tu mandaste y fue hecho.
Y es que eres, oh Señor, el eterno presente,
para el que en su glorioso santuario, no existe un irresuelto misterio.
La Biblia dice: Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino perversidad, y guíame en el camino eterno.
Y también: Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.
Y es que, oh Señor Jesucristo, revelada nos ha sido por el cielo,
tu buena nueva.
En la revelación de tu nombre, oh Omnipotente Salvador,
sentimos nuestra esperanza bienaventurada.
Porque nada seríamos sin la eternidad de tu amor,
que existe en el principio y el fin de la misteriosa vida, por tu gracia creada.
Paz de Cristo
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