Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
Porque fuimos por ti creados, oh Señor, hemos de darte la mejor ofrenda.
Tu paz que el mundo no da, nos ha librado de toda abominación.
Y nos has revestido de tu amor, que es el vínculo perfecto, para ser los verdaderos hijos de la profética promesa.
Tú has de descubrir la bendición sobrenatural,
que Cristo Jesús, desde antes de la fundación del mundo te ha reservado.
Eleva tu clamor hasta el trono celestial,
y en su respuesta serás glorificado.
Mengua hasta el extremo de la absoluta nimiedad,
y tu alma verá al Sumo Creador.
Entonces sentirás que eres una infinitesimal parte de la eternidad,
y te regocijarás en el poder de su glorioso amor.
Y la sabiduría de lo alto será a tu conocimiento concernida,
para que de tu espiritual lenguaje formen parte los aleluyas.
Y ya con tu bendición, oh Todopoderoso Redentor, la santidad será de gracia recibida,
por un digno corazón, que, oh Señor, con tu piedad apruebas.
Reconocer tu magnificencia, oh Rey de la gloria,
es la magna prueba de insondable profundidad.
Pero porque sabes que somos polvo, para siempre es tu misericordia.
Y al que en tu nombre cree, oh Señor Jesús, lo guardas en tu sagrada verdad.
Paz de Cristo
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