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lunes, 30 de diciembre de 2019

ISAÍAS 40:8 EN CRISTO

Sécase la hierba, narchítase la flor; mas la Palabra del Dios nuestro permanece para siempre.
Del misterio de la Escritura revelada, has hecho partícipes a los escogidos, oh Cristo.
Oh Señor Jesús, en fe me guardaste.
Y por fe vivo en el Espíritu.

Nuestro ser busca la consagración perfecta en Cristo Jesús,
desprovisto de la sórdida inmundicia.
Porque de las tinieblas nos llevaste a tu admirable luz,
para dar testimonio, oh Señor, de tu gloriosa providencia.

La Palabra, no nos la presentas, oh Omnipotente  Redentor, con el concepto racional, para traspasar el umbral de la salvacion eterna.
Hemos de elevar un palmo nuestra estatura con las alas del Santo Espíritu, para ceñir de poder celestial la insolente obscenidad del espíritu.

Tal es la sobrenatural unción de lo alto,
que es ininteligible para el incircunciso su gloria.
Oh Altísimo, solo en tu presencia estoy completo.
Y anhelo con fervor, de lo recibido de gracia dar de gracia, para predicar tu Evangelio en victoria.

No existen palabras, oh Todopoderoso Salvador, 
que definan lo eterno.
Y únicamente por interiorizar, oh Rey de reyes, la belleza de tu sagrado amor,
seremos arrebatados al inconmovible cielo.
                       Paz de Cristo 







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