Hemos de saber, que toda amistad con el mundo es enemistad con el Altísimo.
Y que, oh Cordero inmolado, tu preciosa sangre derramada en la cruz del Calvario; purificará,
a los que con el corazón contrito y humillado se quebranten en el lugar santísimo.
En un pasaje bíblico, una mujer entre la multitud levantó la voz y dijo al Santo de Israel: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y Él respondió: Antes bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios, y la guardan.
Serás salvo, no por obras, sino porque crees en el Señor Jesucristo.
Y todos los que en la salvación perseveran,
han de vivir irreprensibles en el Espíritu.
La Biblia dice: Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien, todas las cosa están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Nada nos es ajeno, al ser la prodigiosa obra maestra del Sumo Hacedor.
Y es tal con lo creado, nuestra consubstancial connivencia,
que hemos de ser tus genuinos heraldos, oh Omnipotente Redentor.
Si tienes una mirada Cristocéntrica,
verás a través de los ojos de Cristo Jesús.
Y tu visión concernida en la perfecta y celestial transparencia,
percibirá el sublime resplandor de su admirable luz.
Tu gloria será nuestra morada, oh Todopoderoso Salvador,
si en tu nombre que es sobre todo nombre, somos por la gracia santificados.
Y vestidos con el vínculo perfecto del amor,
hemos de ser siervos dignos; porque tu glorioso galardón, únicamente es para los bienaventurados.
Paz de Cristo
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