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miércoles, 11 de diciembre de 2019

LUCAS 23:27,28 EN CRISTO

Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por Él.
Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.
Oh Cristo Jesús, el escarnio y el vituperio de la chusma, no ensuciaron la gloria del que gran Yo Soy es;
porque tu admirable luz siempre fue radiante, frente a la obscuridad de los más abyectos.

El que quiera oír, oiga.
Tus palabras, oh Señor Jesucristo, pretendian compadecerlas.
Oh Omnipotente Redentor, Tú nunca fuiste víctima, esa es la gran paradoja.
Las grandes victimas, eran los viles justicieros y plañideras.

Claro, los deleznables asesinos se jactaban de haber crucificado al que le pusieron las siglas INRI en la cruz del Calvario.
Y que vino a ser diametralmente opuesto a la verdad.
Oh Señor Jesús, con tu preciosa sangre derramada, consumaste el nuevo pacto de la gracia, que es para el que cree vida eterna en tu santuario,
y morada de santidad..

En un sepulcro nuevo te sepultaron, oh Rey de la gloria;
y lo blidaron con sellos indestructibles, y una guardia permanente.
Pero la muerte, oh Señor, no obstaculizó tu victoria,
para ser exaltado en un eterno presente.

Y ahora, oh Sumo Salvador,
anhelamos con impaciencia el arrebatamiento de tu Iglesia amada.
Para que en el Espíritu de tu sagrado amor,
viva el alma bienaventurada.
                        Paz de Cristo 














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