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martes, 3 de diciembre de 2019

SALMO 150:6 EN CRISTO

Todo lo que respira alabe a Jehová. Aleluya.
Nada es nuestro; tampoco el aire.
Saber que nuestra vida depende de su grandiosa e invisible transparencia,
es algo inefable.

De balde nos vienen dadas las bellezas del Sumo Hacedor. 
¿Será que al ser humano le puedan pasar desapercibidas?
Igual de difícil, oh Cristo, es percibir tu sagrado amor; 
por cuanto su invisibilidad, nos cuesta hacerla visible en nuestras vidas.

El respirar es inherente a nuestro ser, 
desde el nacimiento hasta la muerte.
Al punto, oh Rey  de reyes, que nunca tendremos de ello verdadera conciencia, por nuestro desconocimiento al nacer,
y por no poderlo asumir cuando el hombre fallece.

Oh Todopoderoso Señor, a toda tu viviente creación,
le ha sido de terrenal gracia, concederle el milagro de los milagros, que es la insustituible sensación de respirar.
Sin embargo, le resulta imposible a su rebelde y endurecido corazón,
dar de gracia en su tibieza, la disposición transparente de amar.

Proclamad alabanzas al Rey de la gloria, 
todas sus almas vivientes.
Y alcanzaréis la celestial victoria;
si habéis podido ser hasta el fin de vuestras vidas, de su verdad siervos reverentes.
                          Paz de Cristo 



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