Nunca se encontrarán dobleces, oh Cristo,
en la verdad.
Y es que al vivir en el Santo Espíritu,
nada oculta su santidad.
Porque el fingimiento encubre la mentira,
que es consbstancial al maligno.
Y has de estar vigilante a su insidia,
para que en el nombre de Jesús sea irreprensible tu camino.
Ninguna cosa te es oculta, oh Cristo Jesús,
del corazón humano.
Tú, oh Señor, viniste a deshacer las obras del diablo, con tu admirable luz,
que nos guarda en la paz de tu regazo.
La Biblia dice: Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
En el que cree no tiene cabida el fingimiento.
Porque en su consagración,
pervive indefectiblemente el Fundamento.
Jesús, dijo: Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviera sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y el será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
Porque la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupcion.
La salvación es del alma bienaventurada,
que a los pies del Cordero inmolado, quebrantó su espíritu con genuina adoración.
Paz de Cristo
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