- Oh Cristo, no cabía en mi imaginación que mi vida diera un cambio tan drástico;
- pero con tu gracia, oh Señor, un día glorioso, tuve inmerecidamente un encuentro sobrenatural.
- En mi derredor había un esplendoroso brillo,
- que provenía de la bóveda celestial.
- Oh Fiel y Verdadero,
- me diste luz ante la perniciosa obscuridad de mis ancestros.
- Y tus santísimas huellas seguí por el sagrado sendero,
- que me llevarán a morar en tus eternos aposentos.
- Oh Altísimo Señor Jesucristo, la revelación de tu nombre,
- cambió mi penumbra en radiante mediodía.
- Sobre mí se derramó la inmensidad de tu gloria, en un instante célebre;
- y descubrí el Lugar Santísimo, donde mi alma se gloría.
- Oh Alfa y Omega,
- inmerecidamente a un abyecto pecador le llenaste de tu incomparable misericordia.
- Nada ha sido tan transcendente en mi efímera vida,
- que haberme concernido, oh Cristo Jesús, de tu bendita presencia.
- Oh Santo de Israel,
- aún retiembla el universo,
- del estrépito que sucedió cuando expiraste en la cruz del Calvario el día aquel;
- pero gracias, oh Cordero inmolado, a tu muerte, sepultura y resurrección, nos regocijaremos, en su excelsa gloria, las almas salvas con el Eterno.
- Paz de Cristo
domingo, 18 de abril de 2021
SER UN HIJO DE DIOS, UNGE TU VIDA EN CRISTO
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