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miércoles, 6 de diciembre de 2023

ISAÍAS 1:10-20 EN CRISTO

  • Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de vuestro Dios, pueblo de Gomorra. 
  • ¿Para qué me sirve, dice Jehová la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. 
  • ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios?
  • No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 
  • Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.
  • Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
  • Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 
  • aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
  • Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
  • Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;
  • sino quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho. 
  • Oh mi Cristo, no existían límites para la vida licenciosa; 
  • todo obraba en derredor de los viles arbitrios,
  • que se traducían en inmundos vicios.
  • Eran moralmente abominables, 
  • sus inercias depravadas.
  • En los despropósitos mundanos, 
  • se daba carta de naturaleza a lo más perverso,
  • de una costumbre consentida.
  • Y, oh Señor, fue tu gran misericordia la que se prestó a salvar su alma,
  • supliendo su séptica vida con tu sobrenatural gracia;
  • pero de sus ancestros arrastraban el errático maleficio. 

  • Oh Santo de Israel, 
  • toda tu enseñanza la arrojaron al abismo.
  • Porque para interiorizar la bendita fe,
  • aún les falta quebrantar su espíritu en el Lugar Santísimo. 

  • Oh Hijo del Hombre, 
  • tu manifestación en carne, fue para deshacer las obras del diablo.
  • Pero el que no invocare tu santo nombre,
  • se resistirá a loar las buenas nuevas de salvación eterna, 
  • y seguirá dándote la espalda, oh gran Yo Soy, en el lodo cenagoso del profano. 
  •                Paz de Cristo 

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