- Dame hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.
- Porque abismo profundo es la ramera, y pozo angosto la extraña.
- También ella, como robador, acecha, y miltiplica entre los hombres los prevaricadores.
- Oh mi Cristo, a tus preceptos bíblicos,
- esta asida nuestra alma,
- porque de ellos somos irreprensibles hacedores.
- ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos?
- Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura.
- Oh Cristo Jesús, el pecado nunca intervino en tus pensamientos gloriosos;
- porque en tu majestuoso nombre, por los siglos permaneció la gloria pura.
- No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente;
- mas al fin como serpiente morderá, y como aspid dará dolor.
- Oh Santo, tu gracia la administras sabiamente,
- para el que se revistió del perfecto amor.
- Tus ojos miran cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades.
- Serás como el que yace en medio del mar, o como el que está en la punta de un mastelero.
- Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando despertare, aún lo volveré a buscar.
- Oh Rey de la gloria, tus auténticos siervos no adolecen de vanidades;
- porque, oh Cordero inmolado, los redimiste en el sacrificio abominable del madero;
- cuando el pecado de la humanidad, con tu preciosa sangre derramada de gracia hizo justificar.
- Paz de Cristo
lunes, 25 de diciembre de 2023
PROVERBIOS 23: 26-28 EN CRISTO
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