Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no conoce a Dios, no nos oye. En eso conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.
Oh Cristo, nada se substrae a tu poder.
Del santuario eterno vino el único Dios, nuestro Señor y Salvador;
y solo en Él que es uno, debes creer.
Si eres discípulo del Señor Jesucristo,
has de consagrarte a su Palabra, que no es audible en la carnalidad de lo mundano.
Del mediodía es la resplandeciente luz del Santo Espíritu.
Y del perverso obscurantismo se reviste todo el que es profano.
Jesús, dijo: Mis ovejas oyen mi voz y me siguen.
La unidad es condición indispensable en la fidelidad del rebaño.
El mundo sufre tan ingente desorden,
que la instrucción del Evangelio, confronta a su concupiscente hedor, con un áureo aroma incorruptible; siendo en su entenebrecida fosa, la intrusión de un tropiezo extraño.
La verdad es consubstancial al Espíritu Santo,
y el candor de su pureza provee luz a toda tiniebla.
El maligno aunque se revista de blanco,
para el que cree en Cristo Jesús,
su impostura es manifiesta.
El Fiel y Verdadero, dejó en el corazón de sus siervos,
el Espíritu de resurrección cincelado.
Nuestro Rey de reyes se elevó a los cielos;
y volverá a por su amada Iglesia, que sustenta la gracia del bienaventurado.
Paz de Cristo
No hay comentarios:
Publicar un comentario