Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Y no existe otra paz que sobrepase todo entendimiento, sino la del Rey de reyes y Señor de Señores.
Y es que aun el excelente siervo,
recibe sin merecimiento las sagradas bendiciones.
A la lucha exacerbada por desenmascarar al maligno,
nos ha determinado la espada de doble filo, que es el Espíritu de la Palabra.
Por su incisión profunda, en Cristo se convertirá el genuino discípulo,
que a la verdad ama.
Ríos en la soledad,
fluyen de tu Espiritu, oh Redentor.
Y en tus desiertos de eternidad,
ofrendaste al inicuo mundo la perfecta oración de tu candor.
Si te empleas con denodado esfuerzo,
y escudriñas los principios bíblicos, te será revelado por el Señor Jesucristo el eterno santuario.
Por tu libertad, el Cordero inmolado con su preciosa sangre derramada pagó el precio,
cuando a perpetuidad estabamos condenados al obituario.
No hay santo en la tierra que haya hecho méritos,
para hollar la gloria del Omnipotente Salvador.
Solo con ayuno, contrición, el espíritu quebrantado, humillados en ceniza y de cilicio ceñidos;
propiciaremos en el Rey de la gloria, ser salvos por la gracia de su excelso amor.
Paz de Cristo
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