Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Velad y orad para que el pecado no se enseñoree de la voluntad del alma.
Sí, el espíritu a la verdad está dispuesto; pero la carne es débil y obedece a lo abyecto,
que obra en contraposición del que al Señor de señores ama.
Jesucristo es la Palabra.
Y en su pensamiento eterno ha lugar la verdad de gloria.
Caminar por su senda sagrada,
te dará el incorruptible galardón de la final victoria.
Oh Cristo Jesús, toda buena dádiva desciende de lo alto,
revelándonos tu celestial poder.
Y da vida al profano,
que pueda al fin creer.
Oh Cordero inmolado, tomaste, en tu muerte, y muerte de cruz, un amargo cáliz;
al cargar sobre tus hombros, con los pecados de toda la humanidad.
¿Será tan difícil asumir que el Rey de reyes murió también por los que se ensoberbecen del pecado, con su dura cerviz?
Y que de su arrepentimiento a los pies de Cristo, dependerá ser cabrito u oveja; y perderse en la confusión o ser digno de salvación, por la eternidad.
Estás en la encrucijada de una trascendente decisión:
seguir al Todopoderoso Señor Jesucristo o al maligno.
Pídele a Dios la sabiduría de excelencia, que te avoque al quebrantamiento de buscar su rostro, para que te conceda el perdón;
porque si así dispones tu corazón, la salvación de tu alma será su glorioso designio.
Paz de Cristo
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