Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, éste es mi hermano, y hermana, y madre.
En este pasaje bíblico, oh Señor Jesús, pones de manifiesto la no acepción de personas respecto de su salvación.
El Evangelio, vino para deshacer lo que en lo herético acontece,
y dar a conocer la verdad de su instrucción.
Los parentescos, oh Cristo Jesús,
no son de tu incumbencia.
De la Palabra es el resplandeciente fulgor de luz,
que une a tus siervos en solemne obediencia.
El fundamento de la Sagrada Escritura tiene una gloriosa finalidad,
dar absoluto cumplimiento a la voluntad del Padre.
Y en la revelada doctrina de Unicidad,
toda rodilla en el nombre de Jesús ha de doblarse.
Dice la Biblia: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y Él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios, y la guardan.
Solo el gran Yo Soy pesa los corazones.
El Señor Jesucristo es la imagen del Dios invisible, que en su humanidad y Divinidad se manifiesta,
para derramar en nuestro ser las sobrenaturales bendiciones.
Jesús, dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Para ser salvos, habréis de quebrantar al fluctuante corazón.
Seguid con celo los pasos santos;
y transformaréis las encrucijadas en caminos rectos, con vuestra actitud de piadoso perdón.
Paz de Cristo
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