Aguarda a Jehová; esfuérzate, y alientese tu corazón; sí, espera a Jehová.
De Dios, no es el refugio del lamento.
Del aguerrido siervo, la huella en su
santa batalla está;
y verifica su autenticidad, el fiel reflejo del firmamento.
Oh Señor Jesucristo, de tus discípulos,
el libro de la vida compila todas las acciones.
Desde los despreciables gestos inicuos,
a los virtuosos actos que levantan bendiciones.
¡Cristo viene!
Él es nuestra esperanza.
Desprendeos del entenebrecido lastre;
y revestid vuestro altar, para la salvación del alma, con santísima pureza.
Oh Rey de reyes, de la amada Iglesia solo tus ovejas,
reconocen la voz de un único Pastor.
Y las infalibles promesas regias,
les han sido fidelizadas por su amor.
El vivificante latir de nuestro corazón,
espera con anhelo al Soberano Salvador.
Y con la rodilla doblada en genuina contrición,
seremos arrebatados a la eterna morada del Sumo Redentor.
Paz de Cristo
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