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miércoles, 25 de marzo de 2020

JUAN 3:36 EN CRISTO

El que cree en el Hijo tiene la vida; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. 
Y también: El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree; ya ha sido condenado, porque no ha creido en el unigénito Hijo de Dios. 
Jesús, dijo: Bienaventurados los que creyeren sin ver.
Oh Rey de reyes, nunca recibirán tu bendición los que no circuncidaron el prepucio de su corazón, por ser de espíritus nefandos.

El obscuro abismo de separación con el anticristo, 
es haber creído, oh Señor Jesucristo, que Tú fuiste manifestado en carne.
El milagro de tu concepción, oh Rey de la gloria, ha de ser revelado por el Santo Espíritu, 
al ser eterno tu sobrenatural linaje.

La Biblia dice: Sin fe es imposible agradar a Dios.
Y es en el nuevo nacimiento, donde Dios nos da tan perfecto don.
Por el bautismo en el nombre de Jesús, sepultamos nuestros pecados,
y al subir de las aguas fuimos siervos, oh Cristo, de tu resurrección.

Sabed que somos espíritu, alma y cuerpo.
Y que al morir, nuestro espíritu vuelve a Dios que nos lo dio.
Y el alma va al Seol, si eres condenado; o a la presencia del Señor, si eres salvo.
Y si no fueras por el Altísimo Jesucristo arrebatado; serás por la segunda muerte arrojado, para confusión y vergüenza por la eternidad, al lago de fuego y azufre al que Dios te condenó.

A tu amada Iglesia escogiste, oh Sumo Hacedor,
antes de la fundación del mundo.
Pero has de preservar tu alma con ferviente loor,
para presentar la pureza de tu altar, al Santo de Israel, que vino y subió al cielo para salvar al descarriado y moribundo.
                               Paz de Cristo 



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