Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.
El conocimiento que no obedece al contexto bíblico, se enmarca en la humana necedad.
Oh Cristo, lléname del candor inocente,
que nunca transgrede la verdad.
Oh Cordero inmolado, en tu abominable sacrificio no abriste la boca;
porque te humillaste siendo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz en el Calvario.
Oh Santo de Israel, tu yugo es fácil y ligera tu carga, para absolver tan mortal ofensa;
y ser de redención para los impíos, que en su incredulidad ajusticiaron al Todopoderoso Señor y Salvador del eterno santuario.
En el precario y letal entendimiento del asesino,
se da lugar a contemplar que la victima era el que estaba colgado sobre el madero.
Pero, oh Señor Jesucristo, en tu muerte, sepultura y resurrección se hizo visible tu templo en tres días reconstruido;
y ser la celestial exaltación del único Dios, que es el Fiel y Verdadero.
Hemos de saber, que las únicas víctimas somos todos los que continuamos vituperando y escarneciendo al que es el gran Yo Soy del universo.
Y aún con inconmensurable clemencia sigue esperando a los que habrán de ser salvos,
para que sean moradores del cielo eterno.
La mayor dificultad estriba en ser hacedores de la Palabra.
La Biblia dice: Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Los que obedecen a la farisaica hipocresía, el Rey de reyes los vomitará de su boca.
Y nadie escapará del tribunal de Cristo, en el que serán por buenas y malas obras nuestros corazones pesados.
Paz de Cristo
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